Seguramente, todos los que tenemos un blog hemos soñado alguna vez con un café donde escribir en soledad (y algunos lo habrán hecho); quizás sea ésta una de las imágenes más repetidas de una modernidad literaria ya pasada de moda (¿dónde escriben ahora los nuevos literatos? ¿Solos ante el ordenador?), una imagen que ya tiene doscientos años largos, y que nos hace, cuando viajamos, ir en busca del CAFÉ por excelencia, que nunca encontraremos, porque no deja de ser uno de nuestros sueños, en el que dialogamos con todos los escritores, buenos y malos, que han gastado sus vidas entre el mármol, el humo y la cafeína.
Todo esto a propósito de un libro, Poética del Café. Un espacio de la modernidad literaria europea, de Antoni Martí Monterde (Anagrama). No es una historia de los cafés, llena de anécdotas sabrosas sobre escritores, sino una "poética", algo que no ha señalado la publicidad (que no crítica) literaria. Del café como espacio de la libertad burguesa en el siglo XVIII, al café bohemio, pasando siempre por el Pombo ramoniano y por Magris, Martí comenta y analiza algunos ejemplos de "literatura de café" (o sobre, en, desde, con el café).
Encontramos magníficos análisis sobre algunos textos (la polémica sobre el hombre de café entre Marañón y Unamuno en torno a Baroja, el análisis de "Mendel, el de los libros" de Zweig, textos de Pla, Roth, Baudelaire, Kraus, Bahr, Márai...). Pero a veces la teorización resulta abstrusa para los que ya nos perdemos en el mundo de la teoría literaria o sociológica, y hace perder en ocasiones el hilo conductor del ensayo.
Como complemento, una magnífica bibliografía en la que podemos recorrer lo que se ha dicho sobre diferentes cafés europeos.
Si después de leerlo no os entran ganas de escribir sobre una mesa de mármol, es que no os gusta el café.
El libro me está ya reclamando desde el montón más reciente, el martes lo empiezo. Y de paso recordar también un breve libro de Georges Steiner, "Una idea de Europa" que redunda en esa tesis de la importancia del espacio público del café en la formación de Europa.
ResponderEliminarUn abrazo
El café es el lugar de los que no tenemos lugar. Me ncanta escribir en el café pero sin que nadie me vea. Si no hay una mesa escondida, fuera de encuadre, no escribo.
ResponderEliminarAhora nos montamos nuestros cafés virtuales, que no es lo mismo, pero es más interprovincial-intergenereracional-internacional.
Gracias por tu visita y comentarios. Ah, de paso saludo a estos dos comentaristas cafeteros de arriba... a falta de realidad, café virtual para todos
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