Ödön von Horváth
Hijo de un padre húngaro-croata y de una madre checoalemana, Horváth es un emblema de lo que quiso ser la monarquía danubiana de los Habsburgo. En su infancia vivió en Belgrado, Budapest, Bratislava, Viena, Múnich...; acabó, como tantos otros escritores austriacos, en la Alemania de Weimar, donde encontró público y éxito, pero tuvo que huir de los nazis, primero a Austria, luego a París, donde murió por el golpe de una rama de árbol un día de tormenta.
Fue sobre todo un dramaturgo, y ahora Cátedra nos presenta dos de sus obra, Historia de los bosques de Viena, y El divorcio de Fígaro. La primera es un Volksstück, como si dijéramos un sainete con ribetes esperpénticos (en palabras del editor, Miguel Ángel Vega), con unos elementos de vodevil y otros folletinescos; hay que leerlo simplemente para saber algo del teatro vienés. Me ha llamado más la atención la segunda, que retoma a Fígaro tras las dos obras de Beaumarchais, trasladándolo al presente del autor para hablar de dos temas tan actuales: la revolución y el exilio. El dolor del exiliado, la imposibilidad de ser alguien en tierra ajena, que tan bien conoció, y la crítica feroz a las revoluciones son la base de un texto con concesiones al público en la historia amorosa que proporciona un final feliz a la obra.
De todas formas, si Horváth me parece un autor interesante es más por las dos novelas publicadas en español, Juventud sin Dios y Un hijo de nuestro tiempo, ambas en Espasa (Austral), publicadas en el exilio, en las que muestra amargamente los fundamentos de odio del régimen nazi; en la primera, a través de un maestro que se enfrenta a una juventud despiadada, sin ningún valor moral; en la segunda, por medio de un joven que se alista en el ejército. La frase breve, la expresión cortante, el uso de algunas metáforas hacen que Horváth sea un buen representante de la prosa alemana del momento, y uno de los grandes de su lengua.
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1 Comments:
Bueno, lo pongo en el disparadero y revisaré lo que tengo suyo en Austral, y éste lo sacaré de la biblio, que tampoco parece matar.
SAludos.
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