19.1.11

Cesare Pavese

Este señor de la foto fue Cesare Pavese. Durante muchos años, aunque tenía algún libro suyo, no lo leí (quizás pesaba una falsa sentencia de realismo social sobre él por su adscripción al PCI tras la guerra). Hasta que en mis clases apareció algún poema suyo, como "Vendrá la muerte y tendrá tus ojos". Y lo incluí entre mis poemas favoritos.
Últimamente se está publicando más de Pavese, y estoy aprovechando. Por casualidad encontré Diálogos con Leucó (Tusquets, en traducción de la benemérita Esther Benítez), y tras leerlo pausadamente, sólo quedó una palabra: Belleza. Y yo no suelo utilizar este sustantivo o los adjetivos correspondientes para valorar libros, pero no tengo otra forma de referirme a él. Una semana después, el impacto continúa.
El libro está formado por una serie de breves diálogos entre héroes y dioses de la mitología griega, fundamentalmente. En una prosa de gran fuerza poética, los personajes de Pavese nos hablan de la muerte, del misterio, del destino de ser hombre, de la impasibilidad de los dioses...
No sólo me ha gustado por sí mismo, sino por la cantidad de recuerdos de lecturas que ha desatado en mí. En primer lugar, Luciano de Samósata (o Samosata) y sus diálogos, especialmente los Diálogos de los muertos y los Diálogos de los dioses, por la técnica y los temas. También, otro escritor lucianesco, el Leopardi de las Operette morali (aquí traducidos como Opúsculos morales o también como Diálogos en una vieja edición de Espasa-Calpe) que, como algún poema suyo, me hicieron comprender las acusaciones de "ateísmo" que recibió el escritor italiano. Siguiendo en el siglo XIX, vino a mi mente el Hölderlin de algunos momentos de El archipiélago y de otros poemas en que aparecen los dioses como una presencia incontrolable o funesta (y, en general, el tratamiento que el mundo helénico recibió en el Romanticismo alemán). Y ya en el siglo XX, algún poema de Kavafis, como el canónico 65 "Uno de sus dioses".
Por otro lado, sabemos que Pavese sentía mucho interés por la interpretación antropológica del mito (o la mitológica de la antropología); ciertamente, si no es Mircea Eliade quien da un cierto trasfondo a este texto, será algún otro estudioso de la misma escuela. Finalmente, recordé el discutido libro con el aprendí en la juventud mitología: Los mitos griegos, de Robert Graves, con su particular interpretación de cada historia mítica (ya sé que es posterior a la muerte de Pavese).
Como dice mi amigo Julio, lo importante de un libro es que te lleve a otros no leídos; también, añado, a otros ya leídos y que proporcionan más placer al volver a ser abiertos.

Un dato más. Cuando se suicidó, Pavese tenía consigo Diálogos con Leucó, su libro favorito, en cuya primera página había escrito (copio a Manuel Carrera, editor de El bello verano en Cátedra): "Perdono a todos y a todos pido perdón. ¿Vale? No cotilleéis demasiado".

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