15.8.07

Tránsito, de Anna Seghers



Marsella, 1940. A la ciudad han acudido miles de refugiados del naufragio europeo con la intención de huir del continente antes de caer en manos de los nazis. En una pequeña pizzería junto al puerto asistimos a la conversación de dos de ellos, innominados (que no anónimos, que tanto se dice ahora). El narrador cuenta sus historia desde su salida de lo que los franceses llamaban campos de internamiento (eufemismo para no llamarlos "de concentración", y que sufrieron tantos exilidados alemanes y españoles), su paso por un París vacío ante la llegada de los nazis, la huida a Marsella con los papeles de un escritor alemán muerto. Y su miserable vida en una Marsella depauperada, que es un protagonista más del relato, las mil historias trágicas, imágenes de vidas rotas que ansían recomponerse en otro lugar. Una mujer que busca y no quiere huir de su pasado, un niño malgache, un médico que anhela una vida nueva en México, un desvencijado hotel repleto de fugitivos, son el entorno de la vida presente del narrador, que busca un lugar donde asentarse, pero duda en huir en alguno de esos barcos fantasmas que conducen a lugares lejanos. De consulado en consulado, leemos una historia de renuncias y disfraces, que muestra la tragedia del exilio, pero, además, que es un profundo análisis del "alma" (como decían los narradores decimonónicos) humana.
Me ha recordado otras novelas de exiliados de Weimar, como Huida en Francia, de Soma Morgenstern (Pre-textos), o Los olvidados, de Walter Hasenclever (Barataria), aunque éstas se centran en las experiencias en los campos de internamiento, en los que un hombre no es un hombre, sino unos papeles en regla o no.
En, conclusión, es una de las mejores novelas que he leído. Si queréis saber algo más de la autora, podéis leer http://es.wikipedia.org/wiki/Anna_Seghers

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