31.3.07

"Ventanas", de Joseph Roth


Enfrente de mí hay una pared con numerosas ventanas. Oh, yo no sabía lo que son las ventanas, durante todo el invierno en que eran accesorios secundarios de la pared y en que, opacadas por el hálito del hielo, vivían existencias hibernadas.
Pero ahora sé lo que son las ventanas: revelaciones de vida y muerte extrañas, vecindario parlanchín, comadres parloteantes. Me entretengo muy a gusto con las ventanas. La primavera es la estación de las ventanas.
Por la tarde, todas están completamente abiertas. Hay una casa vieja enfrente, y las ventanas, con una discreción distinguida, no se abren hacia el interior, sino hacia el exterior. Se diría que la pared ha desplegado una docena de alas de vidrio para, de repente –visto y no visto-, revolotear de aquí para allá.
Cuando el viento se recoge en un pozo del día, un batiente de ventana se vuelve, o un cristal se rompe y cae en las profundidades con un enorme ruido. Entonces una voz de mujer gira, rechinando, sobre sus goznes herrumbrosos.
A veces, un organillo viene al patio. Todas las alas de las ventanas se abren generosamente y dicen: ¡Eso es, eso es, por favor!
En la primera planta, el apartamento es decididamente el más hermoso. En el alféizar de la ventana, un rododendro mira fijamente, proyectando su sombra sobre una jaula plateada, donde un canario aguza su pico en los barrotes. Es un canario domesticado, con un pequeño gorro en la cabeza. Por la mañana, le dan grano para pájaros; entonces gorjea, bien educado como está, una canción matinal aprendida en el libro de lectura. Más o menos: “El sol se ha despertado”, o algo así.
Colocado al bies sobre la mesa, un tapete de felpa rojo bordado resplandece. Tiene siempre algunos pliegues, porque los niños tienen la mala costumbre de apoyar en él sus codos al escuchar al canario recitar sus poemas. La madre lleva una bata de flores y zapatilla, y alisa durante todo el día el tapete con una mano tranquila. Entonces los pliegues desaparecen. Un día, le envié dos chinchetas con sus instrucciones de uso, para el tapete. Pero continúa alisándolo con la mano.
El padre vuelve por la tarde a casa y juega al dominó con su mujer, en mangas de camisa. Cuando están sentados uno frente a otro, cada uno con las fichas de dominó delante de sí y temiendo la mirada del otro, sienten mucho odio y hostilidad uno contra otro. Y la amargura de un matrimonio que dura desde hace diez años tiene los grandes ojos negros de un cinco doble sobre un fondo blanco y liso.
En la tercera planta vive un gramófono. No es más que una habitación con dos ventanas. Y lo único vivo es el gramófono. Todavía no he oído un solo sonido humano proveniente de la tercera planta. El gramófono está sobre una consola; su embudo blanco, con su boca redonda de una anchura inaudita, proclama su melancolía y su alegría en el patio. Quizás haya personas que vivan también en esta habitación. Quizás. Pero el dueño de la casa es seguramente el gramófono. La única voz que permite vivir a las personas que habiten quizás aquí.
En la cuarta planta, justo enfrente de mí, vive un gato atigrado gris y blanco, que vigila a una señorita de edad madura. El gato está sentado todo el día en el antepecho de la ventana. Cuando la señorita no vuelve a la hora, se enfada. Lanza una mirada al reloj de la pared. Y cuando han dado las seis y la señorita no está en casa, el gato se yergue sobre sus cuatro patas y mueve con energía la cola. La despediré el primero, piensa el gato.
Durante todo el día miro en las ventanas abiertas.
Los secretos más íntimos me son revelados. Me entretengo muy a gusto con las ventanas.
(Der Neue Tag, 15 de abril de 1920)

(En Symptômes viennois, editorial Liana Levi, trad. de Nicole Casanova, y del francés al español, mía)

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3 Comments:

Blogger conde-duque said...

Me ha gustado mucho este pasaje... Desde luego es una buena traducción de la traducción.
Un saludo.

8:36 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Roth es siempre sorprendente. Y en cualquiera de sus páginas habita la frase capaz de redimirle. Le bastan, por ejemplo, las 'pinceladas' del gato y del gramófono, por ejemplo, para elevar la historia a otra dimensión.
¡Roth sí que es un escritor!
(He visitado otras veces este blog y alabo su gusto literario). Felicidades. Un saludo.

1:07 a. m.  
Blogger Alfonso said...

Gracias a los comentaristas por su generosidad. Lo mejor de muchos artículos de Roth (y si la salud y el trabajo me dejan, traduciré alguno más) es su capacidad para la metáfora y una mirada limpia sobre lo minúsculo, lo que le hizo aproximarse a eso que se llamó "Nueva objetividad"; también la ironía (a ver si pongo el artículo sobre el ejército albanés de 1927, o la vida de Dios en la URSS, que son de antología). Lo dicho, gracias y un saludo

10:49 a. m.  

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