29.8.08

Italia (8): Cantu sicilianu, de Roy Paci e Aretuska

Se ve y oye mal, pero es muy divertido.

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Italia (7): Pavía

Y como pequeña escapada durante el viaje, decidimos ir a Pavía (la otra opción era ir al lago de Como, pero, como anunciaban lluvias, preferimos Pavía; por eso y porque está muy cerca de Milán). Es una ciudad que no se suele nombrar mucho, que nos puede sonar a los españoles por la famosa batalla y poco más, y no sabíamos exactamente qué íbamos a encontrar. Y, aparte del "chiuso per ferie" (aunque más moderado que en Milán), vimos una ciudad preciosa y tranquila, llena de casitas y torres medievales y renacentistas, con sus calles de piedras, una universidad con muy buena pinta, y unas iglesias horrorosas.

Es una ciudad para pasear, pequeñita (77.000 habitantes), con un teatro ("chiuso") con buena pinta, algún bar y restaurante llamativo, y gente paseando un festivo por la mañana (era el "ferragosto", y aún así vimos vecinos paseando, a por el periódico, los dulces...). Muy tranquilo y relajante.

Las fotos, de nuevo de Julio.
El propósito es seguir el viaje italiano, algún año, en Trieste, mítica y literaria (o viceversa).

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26.8.08

Italia (6): Luce, de Chief e Reverendo

Italia (5): Milán

Y de Bérgamo a Milán, una horita en tren. Aparte de historias con el hotel, Milán me decepcionó. No sé qué esperaba, pero parece que el nombre suene a ciudad distinguida, con movimiento, con vida y un toque especial. No sólo fue el habitual "chiuso per ferie", sino que las moles de granito decimonónico y los bloques de oficina no son mis predilectos para una ciudad. A pesar de todo, hubo varios momentos importantes y emocionantes.

El primero, el Duomo. Impresiona verlo poco a poco al salir del metro, aunque luego la plaza no tiene gran cosa. En su interior destacan las vidrieras y poco más. Pero se puede subir al tejado, y eso, para los que tenemos vértigo, ya son palabras mayores. A su lado, la Galería Vittorio Emmanuele II es un punto de referencia al que hay que volver todos los días (a pesar de que sólo ves turistas). La via Torino es una calle comercial, con sus tranvías (vale, ya ha hablado de ellos Julio en http://julionarrow.blogspot.com/), pero sobre todo destaco la Piazza dei Mercanti, al lado del Duomo, solitaria, sin turistas, pero con mucho encanto.
Otra zona que nos gustó mucho fueron I Navigli, dos canales que se encuentran al sur de la ciudad, con restaurantes (algunos dentro de barcazas atracadas en el canal), paseo, una buena librería (Il libraccio) y una casa de artistas de lo más curioso; parece que no estés en la gran ciudad.

Por último, Brera, artística (con el Piccolo Teatro), llena de rincones y callejuelas peatonales, y muchos restaurantes. Tiene encanto.

Se me olvidaba: la catedral de San Ambrosio es una joya románica que hay que ver ineludiblemente. Sus torres, el patio lleno de lápidas romanas y medievales, y, en su interior, unos frescos en el ábside que parecen bizantinos (había misa y no me pude acercar). El metro hace que no se tenga que caminar mucho.
Las fotos siguen siendo de Julio.

Siguiente parada, Pavía.





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25.8.08

Italia (4): Pop porno, de Il Genio

24.8.08

Italia (3): Bérgamo

Bérgamo era para mí poca cosa, un gentilicio bonito (bergamasco) y poco más. Pero como Ryanair vuela desde Zaragoza allí, decidimos viajar a Lombardía Esther, Julio y yo. La idea era ver Milán, pero, ya que aterrizábamos en Bérgamo, dedicamos un día a ver la ciudad. Y nos gustó: la ciudad alta, a la que se sube en funicular (pendiente del 52%), es digna de ser visitada (especialmente un bar del que no recuerdo el nombre, en el que servían una cerveza blanca Witte Weckse, realmente buena). Mucho edificio medieval y renacentista, alguna iglesia (como la de la foto) y palacio, calles estrechas, y buenas panorámicas.

En la ciudad baja destaco la Via XX settembre, calle peatonal y comercial, tranquila, paseable, con buenas librerías (algo cayó en el bolso, y ahí estamos, leyendo), que lleva a la Piazza Pontida, recoleta. También está bien el paseo por Via Giovanni XXIII, Via Roma y Via Vittorio Emmanuele II hasta el funicular que sube a la ciudad alta. Y las heladerías... ¡qué helados!

La ciudad es terriblemente tranquila (quizás porque era el Ferragosto, y todo estaba "chiuso per ferie"); como decía Julio, ideal para una cura de nervios. Tan tranquila que la primera noche no encontramos ningún bar para echar una cerveza en la ciudad baja, y la segunda casi no encontramos restaurante para cenar (vimos dos). Dice la leyenda que, durante la Segunda Guerra Mundial, los bergamascos prometieron a no sé qué virgen o santo que, si no caían bombas en la ciudad, no dejarían que nunca se abrieran lugares de vicio y perdición. Y no cayeron bombas.

Pero es una ciudad para volver y, sobre todo un buen punto de partida para visitar la Italia del norte. Bueno, otro día sigo con Milán.
Las fotos son de Julio, estupendas, como siempre.


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21.8.08

Italia (2): Pomeriggio d'estate, de Reverendo

20.8.08

Italia (1): El paraíso en forma de librería

Borges concibió un infierno matemático bajo la forma de una biblioteca, pero algunos creemos que nuestro paraíso tiene la forma de una enorme librería o biblioteca. Y estos días en Milán he encontrado alguno de esos paraísos. No es sólo que los italianos editen bien (que lo hacen), que editen a autores que por aquí nunca veremos (que también), sino que todavía tienen el sentido de lo que es una gran librería clásica, con sus dependientes que saben lo que tienen, con su mimo al material (que nunca está doblado o golpeado, como sucede habitualmente por estos lares). Si habéis visto Laie o Central de Barcelona, es la idea, pero todavía son mayores las librerías que vi.

La que más me gustó fue Hoepli, en la calle del mismo nombre (¿aquí hay calles con el nombre de un librero?), inmensa, deliciosa, absorbente, orgásmica: seis plantas de librería, seis. Curiosidad: había toda una estantería de libros sobre relojes... Te puedes perder un buen rato por sus pasillos, tienen todas las colecciones posibles. Además, Mondadori, Feltrinelli (si no tienen el libro y lo encargas, te hacen descuento), Il libraccio (que no vi, pero me contó Julio). FNAC era lo más normalito que había, pero tenía una buena cafetería, que tampoco está mal. Otra que me gustó mucho fue Rizzoli, en la Galería Vittorio Emmanuelle II, en la que, aparte de los libros, había un montón de marcapáginas estupendos, y baratos.
Y los libros... Me quedo con las ediciones de Adelphi, pero cualquier editorial italiana es maravillosa, con libros flexibles, cómodos de leer, con buenos márgenes y letra. Y, algo para mí muy importante, los libros de los clásicos grecolatinos siempre son bilingües y baratos (pobre Biblioteca Clásica de Gredos, con el esfuerzo que hace y lo poco que se compra). Incluso en la estación de tren de Pavía pude comprar un Horacio bilingüe y con introducción y notas por ¡seis euros! Claro, ellos inventaron el negocio...
Quizá los italianos tengan un mayor sentido de la palabra cultura: hasta en ciudades pequeñas o medianas, como Pavía o Bérgamo, hemos visto más de tres librerías bien surtidas (buscad el equivalente español en ciudades de entre setenta y cien mil habitantes); en todos los metros se lee, pero no sé si más que en el de Milán, donde, junto a las máquinas expendedoras de refrescos o dulces, las había también de libros (me han dicho que en Barcelona también las hay, pero Barcelona es caso aparte en este país). En fin, Italia...

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