31.7.07

Libros mentirosos


Todos sabemos que titular una obra es todo un arte, pero todavía más traducir el título; lo que en el original podía no significar gran cosa (The Searchers), en la traducción cobra relevancia casi mítica (Centauros del desierto). Pero, en ocasiones, el autor, o el responsable editorial, mienten a conciencia para atraer a un público determinado.

Es el caso de Schnitzler y su tiempo. Retrato cultural de la Viena del siglo XIX, de Peter Gay (Paidós), tan atractivo en teoría para los amantes de los refinamientos culturales vieneses, y de Schnitzler en particular. Vuelvo a él después de haberlo abandonado hace tiempo (los libros son viejos amantes) para comprobar que fui engañado al comprarlo: es un buen libro sobre los hábitos de los burgueses decimonónicos, en torno a la familia, el sexo, la violencia..., pero Schnitzler tan apenas aparece (el autor se ha leído su diario), salvo para ejemplificar, muy de cuando en cuando, algunos comportamientos burgueses desde un punto de vista freudiano (Gay es especialista en Freud), y Viena... ¿dónde está Viena? Los ejemplos son mayoritariamente ingleses o americanos, con alguna incursión en Francia y escasas en Alemania.

Miro el título original: Schnitzler's Century. Vale, pero el narrador y dramaturgo austriaco nació en 1862 y murió en 1931, luego tampoco el XIX es su siglo exactamente. Miente el autor y miente más todavía la editorial, que publicó el libro cuando comenzó en España la moda de los autores centroeuropeos y de Viena en concreto.

Y el libro no es malo (tampoco excelente; demasiado freudianismo latente), pero es simplemente un apéndice de la gran obra de Gay De Victoria a Freud, un estudio de la mentalidad burguesa del siglo XIX. De todas formas, ya otro libro de Peter Gay, La cultura de Weimar, me defraudó bastante; incluso su bibliografía comentada es mentirosa.

Diremos, con el clásico, que todo es apariencia.


Suena Donald Byrd, para Julio


P.S.: Han muerto Ulrich Mühe, Ingmar Bergmann, Michel Serrault y Michelangelo Antonioni. Hay un poco menos de cine en el mundo.

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28.7.07

Antología Palatina, XI, 56


Bebe y goza. Qué pasará mañana, o qué en el futuro,
nadie lo sabe. No corras, no te canses.
Cuanto puedas, disfruta, compártelo, come y piensa como mortal:
entre vivir y no vivir no hay ni un paso.
Toda la vida es, así, el movimiento de una balanza: si tomas la delantera, tuyo
será todo, pero si mueres, de otro será y tú nada tendrás


(En Poemas griegos de vino y burla. Antología Palatina, libro XI, edición y traducción de Begoña Ortega Villaro, editorial Akal)

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20.7.07

Censura

No suelo hablar de temas de actualidad en el blog, pero todo esto me recuerda mucho (ya lo he dicho en otras ocasiones) a la República de Weimar, en la que los demócratas no luchaban unidos y dejaron que las fuerzas antidemocráticas se aliaran contra ellos, con el resultado de todos conocido. Empezando por los obispos y siguiendo por los jueces, por no hablar de algunos políticos, los ataques contra algunas de las libertades básicas de la democracia (que se inventaron los liberales de los que se reclaman herederos estos neocons) van aumentando poco a poco, sin que nadie se atreva a ponerles coto. Vamos mal si dejamos que nos coman el terreno.
¿Por qué "secuestrar" un medio de comunicación? Mayores ataques contra la intimidad de las personas se producen a diario en la prensa del corazón, y no pasa nada; quizá aspiran a ser protagonistas de ella, y a navegar en el Bribón. Yo he sido lector del Jueves durante muchos años, y se han publicado cosas peores contra la monarquía, incluso el rey ha sido personaje en alguna tira cómica.
Sólo quiero sacar dos conclusiones: Una, si la censura se produce a instancias de algún miembro de la monarquía, esa monarquía no merece representar a un pueblo democrático. Dos, una democracia con censura ya no es democracia, y no vale decir que hay que limitarse, y autocensurarse, y..., porque eso tampoco es democracia.
Y no pongo ninguna imagen (la portada del Jueves la podéis buscar en internet -¿o también van a secuestrar la red?), porque estoy muy cabreado.

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13.7.07

Más Mann


Precisamente yo, de Erika Mann (editorial Minúscula) es un librito que recoge textos de intención autobiográfica, junto con reportajes y artículos publicados en la prensa, lo que hace que resulte realmente irregular. Predomina en ellos una idea de libertad, de creencia en la razón y en los valores humanitarios que llevaron a esta mujer a luchar toda su vida contra el fascismo, y, por tanto, a huir de un lugar a otro durante más de diez años.

Los más destacados, entre otras cosas por su emotividad, me han parecido los dedicados a la Guerra Civil española (el sentimiento de unión contra el fascismo, la educación como valor supremo en la lucha...) y el titulado "Encallados en Lisboa", en el que la ciudad es sólo un telón de fondo para mostrar cómo se reúnen exiliados de toda Europa (noruegos, holandeses, alemanes, judíos o no, hasta republicanos españoles) en busca de un golpe de suerte para huir a América, o resignados a permanecer no se sabe cuánto ni en espera de qué: todo un signo de su tiempo. Sólo por este texto merece la pena leer el libro.

En la foto, junto a su hermano Klaus, en sus años de bohemia dorada

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4.7.07

"¡Quemadme!"


El 10 de mayo de 1933, los nazis quemaron públicamente los libros de todos aquellos intelectuales que se oponían a su barbarie: Remarque, S. Zweig, E. E. Kisch, L. Feuchtwanger, K. Tucholsky, Th. Pliever, H. Mann...; las hogueras se encendieron en toda Alemania, basándose en unas "listas negras" elaboradas tiempo atrás por Goebbels, Rosenberg y sus secuaces. Cayó en ellas todo el "bolchevismo cultural", como lo llamaban: pacifistas, socialistas, anarquistas, comunistas, liberales... menos uno de los más significados: Oskar Maria Graf (http://en.wikipedia.org/wiki/Oskar_Maria_Graf), que participó en la República de los Soviets (o de los Consejos) de Baviera; incluso, por el mero hecho de ser bávaro (los nazis no leían libros), figuraba en las "listas blancas" de lecturas recomendadas.

Cuando se enteró, Graf escribió un artículo en un periódico vienés, titulado "¡Quemadme!", preguntando qué había hecho para merecer el deshonor de no ser quemado (al año, sus obras fueron quemadas también). Ese carácter insolente y valleinclanesco, esa tremenda humanidad que se ve en la foto (Brecht, a su lado, parece un madelman asustado) parece que la mostró en más ocasiones: como dice Jean-Michel Palmier (Weimar en exil, París, Payot, 1990), de quien tomo los datos (o más bien copio), en el primer Congreso de Escritores Soviéticos, apareció en traje bávaro (con sus pantaloncitos cortos); cuando se le dijo de visitar el mausoleo de Lenin, dijo que estaría encantado de visitar a Blancanieves en su ataúd de vidrio; en el exilio norteamericano sólo hablaba en la lengua que decía ser la única digna de ser lengua universal: el dialecto bávaro.

Ahora ya sólo me queda encontrar alguna obra suya y leerla, aunque, como tantos otros, creo que no está traducido al español.

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