Acabo de leer
Escenas de la vida burguesa (Perlefter y Fresas, dos relatos inacabados), de Joseph Roth (Siglo XXI), y he disfrutado como un enano. Antes de hablar del libro, una consideración: cuando editan hasta las novelas inacabadas de algún autor, es que ha alcanzado ya la categoría de un clásico. A pesar de que en ocasiones se edita hasta el papel higiénico, con tal de que lo haya tocado uno de los GRANDES, no es esto lo que nos encontramos en este libro: son dos posibles obras maestras que la compleja vida de Roth le impidió acabar, y ya en estos fragmentos encontramos lo mejor de él. A mí es uno de los autores que más me gusta leer, porque nada en él es superfluo, porque tiene una especial habilidad para narrar de la manera más sencilla, y, lo que parece una tontería, pero me capta especialmente en él, porque sus descripciones son parte fundamental de la historia (en muchas novelas me salto las descripciones, que el autor ha dejado ahí porque "tocaba" describir, y no me pierdo nada). Ah, y porque siempre hay IDEAS, algo de lo que carece la mayor parte de la novela actual.
Poco a poco, Roth se ha ido imponiendo en las librerías españolas, sin llamar especialmente la atención, pero ya están traducidas casi todas sus novelas y relatos, y ya se empiezan a editar recopilaciones de sus artículos (algo queda, como la reedición de
Judíos errantes; Roth fue el periodista en lengua alemana mejor pagado en los años 20 del siglo pasado).
Clásico ya, pero moderno, porque Roth habla de los problemas del hombre moderno, el que surge tras las trincheras de 1914 y se encuentra un mundo desolado en el que no encuentra lugar: por ello critica a la sociedad burguesa (como en este
Perlefter) o busca en lo que fue el mundo antes de la guerra (
La marcha Radetzky) o antes de la descomposición del espíritu europeo (
Job).
Además, un clásico de lo pequeño: aunque en sus narraciones trata los grandes temas (el pre-nazismo en
La tela de araña; la desolación del ser humano en
Hotel Savoy o
La cripta de los Capuchinos; las relaciones generacionales en
Zipper y su padre...), siempre nos encontramos una mirada tierna hacia lo menor, hacia los pequeños seres y las pequeñas cosas, quizá como recuerdo melancólico de su Galitzia natal, ese
mundo de ayer que no volvió a recuperar.
Bueno, leed estos relatos inacabados (al final no he dicho nada concreto de ellos), o cualquier otro libro de Roth. El amigo Julio (julionarrow.blogspot.com) recomendaba
Crónicas berlinesas, y yo también creo que es un libro que hay que leer. Quizá otro día comente el sentido de la modernidad en Roth, no sé, pero seguro es que volveré a hablar de él. Saludos.